En ese momento quiso estar en aquel lugar.
Cerró los ojos y se dejó llevar por la suave brisa. Se encontró y logró sentirla recorrer sus venas, llenándola de una energía vital y primigenia. Una energía que le hizo darse cuenta de sus vibraciones.
Al abrir sus ojos se percató de que ya no estaba en aquella habitación, de alguna manera había sido proyectada fuera de esas cuatro paredes que, hasta ese momento de trance, la habían hecho prisionera de una realidad finita y superflua.
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