viernes, 2 de marzo de 2012

Fragmentos X


De repente volvió la mirada y se encontró con aquel espectáculo macabro.





Y ahí en medio del bosque, justo cuando el sol empezaba su andar matutino, comprendió que el camino de regreso sólo se le extendía frente a él, como una senda interminable, que cada vez más lo alejaba de aquella ciudad de altas murallas y paredes blancas. Así espueleó a su caballo tordo, que con paso cansino se fue alejando, perdiéndolo en la sutil bruma entre los arboles.

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