Vuelo alto como tímido halcón
y oigo visiones de un pasado ulterior.
Las olas mecen las esperanzas
y la luna crece y crece a sus anchas
así los cuervos y las golondrinas se mezclan hasta perder el linaje
y las estrellas con los soles participan en sus bacanales literarios.
Las rosas se congelan,
así como mis ganas.
Las lagartijas crean nuevas armas
y mi perro descubre el cielo,
mientras una fría gota despierta sus sentidos.
Las ramas de una palmera parecen pestañas y persianas
imbatibles al viento.
Seguiremos triunfando en un marco diáfano
mientras los vagones de emociones sigan llegando a mi cerebro.
Las horas asesinas cobraran una nueva victima;
tu olor.
Ya duermo entre rosales de afiladas espinas,
y la música estimula a las mariposas
mientras escucho al agua flotar entre nubes de color verde.
Mi mapa interfiere con mi brújula,
por eso busco el sauce que me guíe través de este planeta de cartón
que sólo puede ser habitado en mis
coloridos sueños intrincados llenos de diversión.
lunes, 12 de noviembre de 2007
Carta a ti (Tratado II)
Dulce es la luz que emana de tus ojos por la mañana y radiante es el perfume de tus cabellos. La mañana, junto a tu rostro, trae hermosos sentimientos que pocos son los mortales que han logrado sentirlos. Y ahí yace mi cuerpo inmutado por la belleza y paralizado, porque no, por el deseo.
Las rosas, amargas en su soledad, pueden envidiar tus rojos de amor, y las libélulas podrían envidiar tu gracia. Yo solía ser, pero ahora soy. Y sólo me refiero a la relatividad del ser en relación al tiempo y su atemporalidad.
Anacrónicos son los tiempos en que temía tu partida; del verdor de tus estepas siempre me quedan sus alegrías y constantes matices matutinos, justo cuando el sol se va de paseo con las montañas. Me gusta ver como tus notas juegan por los parajes de tus cordilleras, mientras el cóndor vuela alto buscando posarse. Corres, corres sin poder ni querer pararte, divertida como sueles hacerlo en tus sueños diurnos.
De tu caricia constante dejas algunos electrones cargados en mi piel que me hacen vibrar cuando de ti me acuerdo. ¿Y qué decir de tu risa risueña?, ¿de tu amabilidad gentil?. Hoy, mucho puedo decir, mas sólo me dedicare a verte, a observarte, a escudriñar tu silueta, como un bebé lo hace con el mundo que lo rodea, para no olvidar detalle de ti, mis comentarios los dejaré para mis bitácoras de viaje en ese país de inolvidables aventuras.
Las rosas, amargas en su soledad, pueden envidiar tus rojos de amor, y las libélulas podrían envidiar tu gracia. Yo solía ser, pero ahora soy. Y sólo me refiero a la relatividad del ser en relación al tiempo y su atemporalidad.
Anacrónicos son los tiempos en que temía tu partida; del verdor de tus estepas siempre me quedan sus alegrías y constantes matices matutinos, justo cuando el sol se va de paseo con las montañas. Me gusta ver como tus notas juegan por los parajes de tus cordilleras, mientras el cóndor vuela alto buscando posarse. Corres, corres sin poder ni querer pararte, divertida como sueles hacerlo en tus sueños diurnos.
De tu caricia constante dejas algunos electrones cargados en mi piel que me hacen vibrar cuando de ti me acuerdo. ¿Y qué decir de tu risa risueña?, ¿de tu amabilidad gentil?. Hoy, mucho puedo decir, mas sólo me dedicare a verte, a observarte, a escudriñar tu silueta, como un bebé lo hace con el mundo que lo rodea, para no olvidar detalle de ti, mis comentarios los dejaré para mis bitácoras de viaje en ese país de inolvidables aventuras.
viernes, 9 de noviembre de 2007
Algo para leer
Sin más tiempo que contar para escribir he estado todos estos meses. Cosas que relatar han pasado, por ejemplo termine “Halcón” de Gary Jennings, muy buena novela histórica, un poco gruesa pero no por menos interesante, así he visto un par de películas que sin mayor comentarios podría decir que son regulares. Sin embargo no me he olvidado de mi blog y de los lectores.
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