martes, 8 de mayo de 2012

Fragmentos XI

El día corría ceniciento y hundía la moral de cualquiera. A lo lejos se escuchaban los graznidos de los carroñeros.

Carlos se adelantó a la cima de la colina, mientras Roberto trataba de encontrar una frecuencia de comunicación.

Carlos,  jadeando, alcanzó su meta e hizo uso de sus binoculares para visualizar mejor el camino.

Al mirar más allá, entendió de donde venían aquellos sonidos. Cuervos y buitres se abalanzaban por igual sobre los restos de una batalla cruda y sangrienta, sin embargo corta. Plumas negras y picos escarlata resaltaban en el paisaje. Nadie supo de donde vino, pero ahí estaban los cadáveres, ahí estaban las armas. Ahí estaban los restos.